ARRUGUE LA NARIZ.
A menudo, debemos ser amables y simpáticos aunque no nos apetezca en ese momento. Debido a esto, nuestros músculos faciales se tensan. Deje que sus rasgos faciales recobren vida mientras relaja la musculatura nasal y la zona superior de las mejillas.
Durante la realización de este ejercicio, intente respirar por la nariz, aunque le resulte difícil. Relaje por completo el resto de los músculos faciales.
- Cierre los ojos. Centre su atención en la nariz. Levántela ligeramente. Ilustración 1.
- Mantenga la tensión de 5 a 7 segundos, mientras sigue respirando tranquilamente.
- Suelte la tensión repentinamente, y perciba la sensación después de la relajación: sienta cómo mengua la tensión de la piel nasal y de la parte superior de las mejillas, al tiempo que siente cómo se alisa lentamente.
- Vaya soltando poco a poco las tensiones, relájese por completo.
- Descanse durante un minuto y repita el ejercicio.
PRUEBE A RELAJAR LOS LABIOS
Muy a menudo apretamos los dientes fuertemente cuando nos encontramos en una situación que se nos va de las manos. Como consecuencia, se tensan nuestros músculos de la mandíbula e incluso nuestros dientes pueden llegar a rechinar durante la noche.
Este ejercicio le incitará a apretar los dientes fuertemente. Y esto es precisamente lo que debe evitar. Asimismo debe evitar morderse los labios. Respire por la nariz, y mantenga la boca cerrada durante el ejercicio.
- Céntrese en su boca. Presione el paladar superior con la lengua mientras aprieta ligeramente los labios. Mantenga la tensión de 5 a 7 segundos, mientras sigue respirando tranquilamente. Ilustración 2.
- Suelte la tensión repentinamente.
- Perciba cómo la tensión que se produce en los músculos bucales y de la mandíbula inferior se va relajando lentamente. Vaya soltando poco a poco las tensiones, relájese por completo. Mantenga los labios ligeramente abiertos.
- Descanse durante un minuto y repita el ejercicio.