CRÓNICA DE UN RETO.ULTRA TRAIL 7 PLAYAS

No sabía muy bien cómo empezar la crónica de 50km y  7 horas de arena de playa, lo más fácil sería empezar con la palabra sufrimiento y una narración interminable , pero no, empezaré esta crónica con la palabra belleza, con la palabra superación, con la palabra sonrisa, con la palabra amistad, con la palabra compañerismo.

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Xavi y Jota

Belleza es lo que define esta tierra andaluza, y más concretamente esta tierra gaditana, belleza es llegar a la playa de Camposoto de San Fernando a las 9:55 de la mañana después de 9,3km y acceder a ese paisaje asombroso de ese océano atlántico; belleza es recorrer esa playa , pasar por Torregorda y divisar en el horizonte ese brillo especial que desprende la ciudad de Cádiz,  divisar como la cúpula de la catedral de color oro adquiere un brillo brutal a medida que nos acercamos. Belleza es llegar a la playa de Cortadura con las murallas de Cádiz a la derecha.  Belleza es llegar a la playa de Santa María de Cádiz,  justo debajo de la Catedral imponente, y justo en el kilómetro 21,3. Bellezaes acercarnos a la punta del boquerón,  con ese castillo de Sancti Petri en medio del mar, espectacular y hermoso.

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Sancti Petri

Belleza es la carrera, el paseo por unos paisajes impresionantes, mágicos, con una personalidad propia, como pocas playas en el mundo recuerdo.

Acabar estos 50 km es un gesto, un sentimiento  en sí mismo, que engloba esa palabra que es superación. No preocuparme de clasificaciones, de tiempos de paso el kilómetro, de pulsaciones, de planos bioenergéticos,  era un reto en sí mismo. Mi trabajo de entrenador lleva todos esos conceptos en la sangre, pero ese día sólo me preocupé de SUPERARME, de terminar, todo lo demás no importaba, era totalmente secundario.

Todo ello, esa superación, no habría sido posible sin la palabra amistad, y esa palabra en este reto tiene un nombre propio,  Xavi, que estuvo conmigo achuchándome y tirando de mi alma y de mis piernas para poder terminar. Esos gritos “Venga José no te pares que si no no arrancas”, “José no pienses en lo malo”, las conversaciones de temas sin trascendencia, y sus  micropactos  para que siguiera corriendo. Sus bromas continuadas con todo bicho viviente,  hacían que mi ánimo creciera y olvidara los kilómetros que todavía nos quedaban. Por una vez mi atleta fue mi entrenador, pero por encima de todo mi compañero, mi amigo. Y eso es un gran triunfo, mi triunfo

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Xavi

Evidentemente Cádiz no sería Cádiz sino dibujara una sonrisa en mi cara, y para ello los gaditanos son los más grandes del mundo. Esa llegada al avituallamiento de Santa María en Cádiz, con esa mujer sonriendo y soltando bromas por esa boca no tiene precio, ese avituallamiento en Cortadura con esos “cracks” vestidos con el chándal del Cádiz, es algo que solo se vive en esa tierra. Una sonrisa que dibujaban todos y cada uno de los voluntarios en los avituallamientos, desde el niño que te daba el botijo, al que te pasaba el control en el dorsal, y a todos los voluntarios y gente de la organización que siempre estaban con una broma o con una palabra de ánimo.

El compañerismo reinante en la prueba era brutal, cada vez que nos cruzábamos con un competidor, el saludo y  las palabras de ánimos eran ineludibles. Ese compañerismo se transmitía con esos pequeños gestos,  y hacen que esta prueba sea más especial todavía.

Los últimos 8 km aunque parezca mentira se me hicieron muy cortos; juntamos nuestros esfuerzos con Manolo, un ultrafondista  veterano que nos acompañó,  nos entretuvo, y con el que departimos una agradable conversación. De esa hora recuerdo una última frase que me llegó a lo más profundo, y creo define el espíritu del deporte,  y de esta prueba más concretamente. “Yo ya he corrido mucho, y ahora no corro porque no quiero, ahora disfruto del deporte así”. Increíble. Xavi, Manolo y yo nos dirigíamos andando con buen paso hacia el final de la prueba, en el mismo sitio de la salida, en San Fernando. Y cómo no podía ser de otra manera mi amigo Xavi nos propuso un pacto, el último kilómetro había que terminarlo corriendo, juntamos nuestras manos y sellamos el pacto.

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Jota, Manolo y Xavi

Y así fué , el último kilómetro lo afrontamos corriendo, y la sensación de satisfacción y de alegría se multiplicaron cuando vi a mi mujer Cecilia, a mi suegra Charo a mi suegro Kin, y a mi cuñado Kin II, y a Cristina la mujer de Xavi. Un reto , un sueño, que empezó hace un año,  lo culminamos de una manera espectacular y maravillosa.

 

Para finalizar no puedo olvidar mencionar a Vèrtic, al Proyecto Gracias que nos acompañaron en esta carrera, sobre todo ese monstruo que es Carlos Anelo, el alma del proyecto gracias, que nos siguió durante toda la carrera con su novia Laura, y con su inseparable cámara de fotos. Verlo en los diferentes puntos era una alegría y una inyección de ánimos.

 

Mi más sincera enhorabuena a la Ultra Trail 7 playas. A su organización, y a sus voluntarias. Gracias.

 

 

 

Mi dedicatoria a mi mujer Cecilia, por aguantarme en el día a día. Ella siempre está

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Jota y Cecilia



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