Cierto es que el cartílago, “condros” en griego, ese barniz que permite a los huesos rozarse sin que se rompan, facilitando la buena mecánica de las articulaciones, se desgasta y no se regenera (veremos si funcionan las nuevas líneas de investigación en “condro-regeneración”, de momento lo que podemos hacer es “condro-protección”).
Por eso la mejora articular con ejercicios como caminar o correr han demostrado un degaste similar al de otras actividades deportivas como pueden ser los deportes de equipo. Claro, cuando estás corriendo más de 200km semanales, estás dañando gravemente el cartílago…salvo que tu entrenamiento tenga adecuados calentamientos y estiramientos. Es el caso de los profesionales. Y, ¡ojo!, dosifican las competiciones largas, no entrenan por asfalto, cuidan su salud, etc.
Todo es bueno en su justa medida. Es bueno el uso, pero ¿lo es el abuso?.
Hace cerca de un año cayó en mis manos un artículo de la prestigiosa revista Nature y captó toda mi atención un titular que podría traducirse por “ correr nos hizo humanos, al menos en un sentido anatómico”. Es decir que gracias a la carrera a pie el hombre podía realizar grandes desplazamientos de poca intensidad para asegurarse la comida. Cosa que no podían hacer otros animales mucho más rápidos pero poco resistentes. Parece que todas las especies del género llamado Homo Sapiens han sido aptas para las carreras de largas distancias y este hecho fue determinante para moldear su cuerpo hasta ser muy parecido al actual.
Dennis Bramble, de la Universidad de Utah, y Daniel Lieberman, de la de Harvard, han demostrado que el único primate capacitado para la carrera de larga distancia es el Homo Sapiens (¡nuestro abuelo era fondista!).
Resumen de esta reflexión. Correr larga distancia no es malo, sino que es lo que hemos hecho durante toda la historia de la humanidad. Y ,además, ha sido extraordinariamente determinante.
Las características del corredor de fondo no se encuentran en el australopiteco y sí en las de nuestro género, el Homo. Para conseguir adaptarse, para ser fondista, nuestro abuelo tuvo que hacer unas treinta variaciones de las que destacan: la regulación térmica facilitada por un cuerpo estrecho y espigado, perder casi todo el pelo de la piel, aprender a respirar por la boca, tener glándulas del sudor o sudoríparas. Es obvio que para resistir hay que disipar mucho calor y con estas y otras adaptaciones lo iba consiguiendo. Y en el ámbito biomecánico, el arco del pie, la longitud de la zancada, la posición de la cabeza y, muy especialmente el gran desarrollo del glúteo mayor.
Según los estudios en cuanto a cuál va a ser nuestra evolución como especie, se dice que en el futuro vamos a reducir pectoral y agrandar glúteo mayor.
Ya se nos advertía que la clave pélvica son los glúteos, ya sea quietos o en deambulación. Estos músculos deben cuidarse mucho en la preparación deportiva.
Es curioso que, como entrenador personal profesional tenga que oír todavía frases como “ correr produce artrosis de rodilla”, “ la extrema delgadez del corredor es sinónimo de enfermedad”, o la ya mítica expresión “ correr es de cobardes”. Un exceso de musculación nos lleva y nos transporta a las especies que convivían con el homo sapiens como el hombre de de Neanderthal… Interpretad lo que creáis.